jueves, 12 de julio de 2007

El buen sabor de mi espumante

Ni un vermut, ni un tinto de verano o el más divino de los chardonnay se compara a tu dulzura y a la exquisitez de tu amargura, al olor a uvas blancas, a tu brisa de viñedo y la textura de tu existencia rozando mis dedos, nada se compara.
No existes pero siempre estás allí, es un enigma del ser, todos te anhelan pero nadie logra tenerte a plenitud, y mucho menos saborear tu dulce gusto a roble de barrica.
Eres como un buen vino, la mejor de las cosechas, esa que después de tanto probar, se perfecciona con el tiempo, no importa como vengas, blanco, rosado o tinto, siempre te espero, como pocos, con paciencia.
Me falta la inspiración cuando no estás, eres mi musa, el hada en mi flanco, los colores de mis alas, mis recuerdos más preciados, mis aventuras más arriesgadas e incontables, la mirada más pícara y el sentimiento menos escondido. Sólo tú me haces abrir los brazos y suspirar, saber que el viento me trae algo más que aire y polvo, es saber que me trae una copa llena de existencia, de un nuevo camino, de otra cosa que arriesgar, algo que perder y mucho que buscar, un nuevo respiro y un sorbo de tu esencia espumante recorriendo mis venas, mi querida libertad, mi soñadora más preciada y el mejor mosto de mis uvas, a ti te escribo hoy, porque naciste conmigo, porque recorres la viña de mi imaginación y te degusto con todos mis sentidos.

Un escrito trasnochado, después de haber descorchado mi propia caja de pandora y haber recorrido las barricas de mi libertad.

1 comentario:

Cristina dijo...

Me provoco ir a tomar Champana!!!! Millones de burbujitas en una sola copa!!! Millones de sorpresas que nos encontramos en un solo sorbo...