Ya no escucho ecos al entrar a una habitación, no percibo olores distintos al mío, ahora puedo jugar con mi propia sombra, la invité a danzar y lo haremos toda la noche, al ritmo del desafinado cantar de los grillos, y sólo estamos ella y yo, sin intrusos, sin ustedes.
Será el eterno goce de nuestras almas, unidas como una sola, mi sombra y yo, mi reflejo y yo, bendita soledad, bendita tu compañía. Y pensar que siempre estuviste aquí, dándome el tiempo de necesitarte, de descubrirte sola en una esquina, para sacarte de allí y hacer contigo lo que no había hecho con ningún otro ser tangible, desnudar tu oscura superficie, conocer tus texturas y atravesar tu infinito ser con el rozar de mis manos y las caricias de mi respiración.
Te acercas y te alejas a tu antojo, aunque siempre estás conmigo, rodeándome con esa mirada tuya, que me hace sentir como una presa, ciega ante ti. Quemas con tus pensamientos y tus ojos punzan piel constantemente, hasta que se desvanece, me torno ligera y me convierto en humo, entre gris y negro, como tu, mi sombra.
Nadie nota la ausencia de mi cuerpo, desaparece mi aliento, mi calor se esfuma, me convierto en lo que deseaste, en la victima de mi imaginación, en la esclava de mi amada soledad, y tú sombra, dónde estás, con quién bailarás ahora, a quién estarás tratando de engañar, mientras yo vago en las ruinas de mi mente, en la ciudad de los recuerdos, en el edificio de tu maldad, tú, mi rencorosa sombra, te vengaste de mi soledad, pues ya no existo más.
Será el eterno goce de nuestras almas, unidas como una sola, mi sombra y yo, mi reflejo y yo, bendita soledad, bendita tu compañía. Y pensar que siempre estuviste aquí, dándome el tiempo de necesitarte, de descubrirte sola en una esquina, para sacarte de allí y hacer contigo lo que no había hecho con ningún otro ser tangible, desnudar tu oscura superficie, conocer tus texturas y atravesar tu infinito ser con el rozar de mis manos y las caricias de mi respiración.
Te acercas y te alejas a tu antojo, aunque siempre estás conmigo, rodeándome con esa mirada tuya, que me hace sentir como una presa, ciega ante ti. Quemas con tus pensamientos y tus ojos punzan piel constantemente, hasta que se desvanece, me torno ligera y me convierto en humo, entre gris y negro, como tu, mi sombra.
Nadie nota la ausencia de mi cuerpo, desaparece mi aliento, mi calor se esfuma, me convierto en lo que deseaste, en la victima de mi imaginación, en la esclava de mi amada soledad, y tú sombra, dónde estás, con quién bailarás ahora, a quién estarás tratando de engañar, mientras yo vago en las ruinas de mi mente, en la ciudad de los recuerdos, en el edificio de tu maldad, tú, mi rencorosa sombra, te vengaste de mi soledad, pues ya no existo más.
2 comentarios:
Te besaré, como nadie en este mundo te besó
te amaré, con el cuerpo y con la mente
con la piel y el corazón
vuelve pronto te esperamos
mi soledad y yo
La soledad, a veces, es tremenda compañía. Pocos acompañantes te ayudan a meditar, a reflexionar y a conocerte a ti mismo. Disfrútala, mientras dure
sabes una cosa! estoy.....sin comentarios como hago...solo puedo expresar lagrimas, suspiros y pensamientos que no me dejan expresar un comentario, solo me queda pensar, imaginar y nadar en mi imaginación...y todo eso por no poder expresar un comentario...muteada ante tus escritos amiga...Firma Isabel Allende
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